Qué Hacer Cuando Hay Un “Tonto Motivao” En Tu Equipo

Partamos de la base de que tener un espécimen de estos en tu equipo es peligroso (como ya sentenciaba Emilio Duró, entre otros), pero a veces “te toca”, y no siempre puedes eliminarlo de la ecuación.

Empezaremos por una definición, en un contexto empresarial, de esta singular categoría:

Dícese de aquel empleado que, andando escaso de luces y muy breve en sus reflexiones, compensa sus carencias con elevados niveles de motivación, proactividad e iniciativa no meditadas, poniendo en alto riesgo a todos los stake holders de la organización (desde el Conserje hasta los Accionistas)

Esta figura se puede encontrar en casi cualquier nivel jerárquico de una empresa, siendo poco frecuente en los niveles más altos, ya que, o “se suicida” profesionalmente antes de llegar muy lejos, o “se le neutraliza” para evitar males mayores.

No obstante, se han encontrado algunos ejemplares a nivel de Gerencia y Dirección General.

En su descargo, pondremos de relevancia que el “Tonto Motivao” no es mala persona.

Ni mucho menos.

Simplemente “no filtra”. No pondera. No evalúa.

Es un personaje que, cegado por su entusiasmo y movido por una energía/impulso que no puede controlar, “la lía parda” en cuanto tiene oportunidad. . .

Y si no la tiene, la busca; porque el “Tonto Motivao” no necesita que se le dé una oportunidad para liarla: él la crea con su irrefrenable “felicidad proactiva”.

Probablemente, ya has identificado a algún ejemplar de esta especie en tu perímetro, así que vamos a ver qué se puede hacer al respecto si no te queda otra que lidiar con él:

# EMPIEZA POR VERLO DE UNA MANERA DIFERENTE: ES UNA FUENTE DE ENERGÍA

Ten en cuenta que toda energía, bien canalizada, puede ser de gran utilidad.

Sé que el esfuerzo de “des-etiquetarlo” va a ser arduo, pero puede merecer la pena si logras esa canalización.

[Ver: “Cómo enriquecer las relaciones eliminando etiquetas”]

Busca actividades en las que involucrarle -a ser posible inocuas, al principio-, pero aplicando la metodología que se explica a continuación.

# DESCOMPÓN LAS TAREAS EN SUBTAREAS

Si una tarea se compone de los pasos A, B, C y D, acuerda primero específica y detalladamente qué va a hacer -y qué no- para ir de A a B.

[Bajo ningún concepto puede ir de A a D. Esto tiene que quedar meridianamente claro!]

Pon una fecha para evaluar juntos el resultado de ese primer paso del proceso y, si todo ha ido bien, vuelve al método anterior para ir de B a C.

Así sucesivamente.

# CUANDO SE DESVÍE, NO LE ECHES UNA BRONCA

Si “la lía”, ármate de paciencia y dedica tiempo a tener una conversación con él para que, mediante las preguntas correctas, extraiga por sí mismo las conclusiones que tiene su “potencia sin control” y las consecuencias que se han derivado de lo que sea que haya hecho.

Se trata de EDUCAR. De acostumbrarle a pensar, antes de actuar, en el impacto que tiene lo que hace en todo y en todos.

El objetivo de esta conversación NO es ahondar en sus motivaciones, en “que pensó que era lo mejor”, que “su intención era positiva”.

Eso está fuera de toda duda. Se trata principalmente de que entienda lo que ha provocado.

Y, sobre todo, de que encare situaciones futuras de manera diferente. Esto es lo más importante.

[OJO: Esto requiere altas dosis de calma por tu parte. Si no te ves capaz, mejor “trasládalo” a otra unidad o, si puedes, prescinde de él. Es por tu salud. 😉]

# REFUERZA LOS COMPORTAMIENTOS ADECUADOS

Cuando haga lo que tiene que hacer, exactamente como lo tiene que hacer y cuando corresponde, dedica tiempo a reforzar esa conducta y, nuevamente, aplica el sistema de auto-reflexión del punto anterior.

Es esencial que entienda lo que pasa cuando no se deja llevar por el ímpetu.

Puede ser un gran aliado si consigues gestionarlo bien, porque -recuerda- ¡¡¡tiene motivación!!! Pero has de dedicarle tiempo.

Sí.

Ya sé que puede que con todo esto no baste y que, finalmente, tengas que tomar la decisión de dejar de contar con su “inestimable proactividad”.

Pero a veces funcionará porque, una persona que aparentemente está dentro de esta categoría, puede resultar que “no es tonta”, sino solo que le falta juicio y templanza.

Y eso se puede aprender si tú, como responsable de esa persona, decides confiar en que puede cambiar y mejorar, que puede aprender a frenar ese ímpetu y ser más reflexivo, que puede -en definitiva- se una fuente inagotable de energía bien canalizada.

[Ver: Cómo optimizar las competencias de tus colaboradores: Debilidades (1) y Fortalezas (2)]

Gracias por tu tiempo, por leernos y por compartir.