Vampiros de la Autoestima

Tener un escaso aprecio o consideración por un@ mism@ tiene consecuencias nefastas en la manera de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás -si no te aprecias a ti ¿cómo vas a poder apreciar a otros?.

Y el liderazgo se basa en eso: en cultivar relaciones fructíferas, de respeto, consideración, compromiso y aprecio con los colaboradores.

La baja autoestima conlleva inseguridad, y eso se refleja en la manera de comportarnos.

A continuación, quiero compartir contigo algunas reflexiones sobre un interesante enfoque que tuve la oportunidad de conocer de la mano del excelente profesional Francisco Yuste, en un taller patrocinado por AECOP al que asistí hace un par de años:

Partiendo de la premisa de que tener un buen nivel de autoestima es necesario para poder conducirnos por la vida sin deprimirnos en el intento, cuando se anda escaso de este nutriente espiritual, se utilizan varias estrategias para suplir la carencia:

  1. Se pide
  2. Se roba
  3. Se pide y se roba, alternando métodos según las circunstancias

Las personas que pertenecen a la primera categoría se identifican fácilmente por su frecuente necesidad de reconocimiento, valoración y aprobación por parte de aquellos con quien se relacionan, más aún con aquellos a los que consideran importantes o referentes en sus vidas.

No confundir con las personas que piden feedback sobre aquello que hacen.

La diferencia principal está en cómo lo piden y, sobre todo, en cómo reaccionan ante el mismo.

Las personas con baja autoestima suelen tener una expectativa de reconocimiento y valoración positiva; si ésta no lo es –total o parcialmente-, acostumbran a utilizar el catálogo de excusas para justificarse y/o se quedan bastante tocadas y desmotivadas.

Los lenguajes no verbal y para-verbal son unos fantástico indicadores, si sabemos leerlos.

En definitiva, la búsqueda de reconocimiento es positiva si es un medio para mejorar y saber qué tal estamos haciendo las cosas, pero no lo es si únicamente se usa como un fin para elevar la autoestima.

Los de la segunda categoría utilizan 2 sistemas fundamentales para robar:

Agresividad (la más común): Esta estrategia persigue aumentar la autoestima quitándosela a otro echándole la bronca –a veces humillando-, elevando el tono –a veces rallando la mala educación- y poniendo el foco en la tarea mal hecha y la gravedad del asunto.

Es como una batalla en la que un ego gana y el otro pierde; esto es fácil cuando se tiene una relación de jefe-subordinado.

Y más si este último tiene un carácter pasivo.

Entonces, el jefe siempre obtendrá su dosis de autoestima a costa de tener sometidas a las personas de su equipo.

Victimismo: “¿Así me pagáis todo lo que he hecho por vosotros? Esto me pasa por ser demasiado bland@/buen@”, o “Me habéis fallado. ¡Qué decepción!”.

Son frases del repertorio habitual de los vampiros de la autoestima.

No solo manifiestan que son víctimas de una situación, sino que además culpan siempre a alguien para hacerles sentir mal y así sustraerles una buena dosis.

Es frecuente que algunos vayan pasando de la agresividad al victimismo. . . y así pasan sus días, sobreviviendo a costa de otras personas.

Una categoría aparte son aquellos que añaden el servilismo y el cotilleo como fuentes de alimentación para su autoestima:

Es ese tipo de individu@ que persigue captar la atención y mostrarse necesari@, que cree que la gestión malévola de la información le otorga una posición poderosa.

Ese poder ficticio alimenta el desnutrido ego que porta –o soporta- y le da energía para seguir adelante sintiéndose alguien (“sé cosas que tú no sabes”)

Pelotea a los que tiene por encima para que le valoren y, ya de paso, confíen en él/ella con el fin de exhibirse luego ante otros y largar chismes –casi siempre distorsionados y adornados con su valiosa opinión- para darse bombo porque atesora información confidencial:

“Sé de buena tinta que. . . , pero no se lo digáis a nadie. Yo ya lo intuía, pero me lo ha confirmado Menéndez. Esto es secreto aún, os lo cuento porque confío en vosotr@s. ¡No me falléis! Como esto salga de aquí os corto los. . . ”

Si observas con asiduidad estos indicadores en tu jefe -o en alguna persona que te rodea-, procura ir buscando otro tipo de relaciones que sumen, que para restar ya están los propios avatares de la vida cuando vienen mal dadas!

Y ya sabes: si te apetece compartir algo con nosotros, aquí abajo tienes tu espacio para hacerlo. Gracias!