Por qué nos cuesta delegar y cómo resolverlo (1): Creencias

Delegar es un arte, y como tal, requiere de práctica –no de tener un don-. Cuando delegas obtienes, como mínimo, dos beneficios nada desdeñables:

  • Desarrollas a tus colaboradores
  • Optimizas tu tiempo para dedicarlo a aquello que realmente añade valor a tu puesto

A veces, un tercero:

  • Descubres nuevas maneras de hacer las cosas

Y antes de continuar, conviene profundizar en a qué me refiero exactamente con esto de DELEGAR.

No estoy hablando de pedir ayuda -o pedir socorro- cuando tienes un pico muy alto de trabajo. La típica situación de “me tienes que ayudar, querid@ colaborador/a”.

Me refiero a integrar la delegación como parte de tu estilo de liderazgo. A delegar no cuando hay una crisis ni cuando estás agobiad@ por el exceso de trabajo, sino como una actividad más dentro del proceso de desarrollo de tus colaboradores.

A delegar de manera habitual, planificada y consciente.

Sin embargo, tenemos que faenar antes con algunas creencias que podemos tener al respecto y que nos podrían estar limitando a la hora de hacerlo:

# Si delego, no lo harán bien

Dos matizaciones al respecto:

  • ¿No lo harán bien, o no lo harán como tú lo haces? No solo existe tu metodología, hay otras. Algunas pueden ser mejores incluso, así que: abre tu mente!
  • Hay que distinguir entre las personas que ya saben hacer algo y las que tienen el potencial para hacerlo, aunque no tengan la experiencia.

Los primeros no son un problema…y los segundos tampoco!

Solo que con éstos hay que trabajar de manera distinta: descomponiendo las tareas en sub-tareas, empezando por algo sencillo para que vayan ganando confianza e invirtiendo tiempo en su formación.

Recuerda que nadie llega a ninguna parte si no hace el viaje.

# La gente solo acepta que se delegue en ellos si reciben más dinero a cambio

Esto pasa a veces, pero no siempre. En líneas generales, los que hemos –habéis- sido promocionados alguna vez en una empresa hemos aportado algo más que lo justo.

Hemos añadido valor a cambio del aprendizaje y por el gusto de ir más allá, aceptando de buen grado que se delegasen nuevas tareas y responsabilidades en nosotros.

Identifica quiénes son esas personas y tenlas en tu punto de mira.

¿Los demás? Bueno, para empezar, tenemos que saber qué es lo que motiva a esa persona a pensar así –sus creencias al respecto-. Y dependiendo del caso, podemos actuar de diferentes formas.

Algunas personas han tenido malas experiencias previas y por eso son reacias a que se delegue en ellas.

Les han “enmarronado” sin piedad, su jefe ha desaparecido después de “dejarles el regalito” y encima les ha echado la bronca si la cosa no ha ido bien. ¿Qué se podía esperar? El gato escaldado hasta del agua fría huye.

En estos casos, como explicaremos próximamente con más detalle, hay que interesarse por la persona y consensuar con ella el proceso; involucrarla para que se sienta partícipe y no perciba que esto es “otra moto más” que le están vendiendo.

Otras provienen de culturas empresariales en las que no se delega (está mal visto, incluso) y, por lo tanto, no lo perciben como algo positivo para ellas.

Esta visión/creencia, si seguimos un método adecuado para delegar (en breve te lo haré llegar), se modifica con facilidad.

De cualquier forma, siempre puede haber una persona que nunca va a estar por la labor, pero no son la mayoría.

# Si desarrollo a las personas de mi equipo, cuando hayan “crecido” se marcharán

Cierto. Si en tu empresa no hay posibilidades de promoción, es posible que esto ocurra en el futuro, pero aún así…

¿Con qué opción prefieres quedarte?

  1. Un equipo desmotivado, sin autonomía ni proactividad, que se limita a hacer exclusivamente lo que se les ordena y no van nunca más allá, inmaduros profesionalmente, que dependen de su jefe para todo, pero que se quedarán contigo para siempre. O…
  2. Un equipo de personas altamente capacitadas, responsables y comprometidas, con madurez profesional, con iniciativas apropiadas, y que cada día se superan y asumen nuevos retos… aun a riesgo de que algún día se marchen.

Tú decides.

# Y… ¿Si lo hacen mejor que yo?

Esta creencia es bastante más común de lo que podría parecer.

Desde mi punto de vista, y con mi creencia de que el líder está para promover que aquell@s que integran su equipo den su mejor versión, el hecho de que cuente con personas que hagan cosas mejor que él no es otra cosa sino un regalo, nunca una amenaza.

¿Saldrá el entrenador a detener los penaltis en lugar del guardameta? ¿Es el tito de Nadal mejor tenista que el propio Rafa? Pues eso.

En una empresa “sana”, se persigue que los que hacen bien algo, tengan la oportunidad de desempeñarlo. ¿Qué mejor opción hay?

Lo que se espera que haga bien una persona que dirige es dirigir, y no ejecutar. Y una cualidad muy valorada de quien ha de dirigir es que sepa optimizar los recursos de los que dispone.

Así las cosas, en el próximo artículo hablaremos del método que garantiza que puedas delegar sin perder el control,  sin que la persona en la que delegas se sienta utilizada o manipulada, y que te va a permitir desarrollar a tu equipo hasta cotas insospechadas.

Gracias por dedicarme tu tiempo y por compartir!