Creencias que provocan Carencias

Una creencia es una certeza que tenemos sobre algo. Las necesitamos, porque configuran un sistema que da orientación a nuestra forma de conducirnos por la vida.

Contribuyen a guiarnos en unas determinadas direcciones, y también nos impiden ir en otras.

Para que se instale una creencia en nuestro sistema no hace falta mucho. Con una vez que pase algo puede ser suficiente para que demos crédito a ese pensamiento. Supongamos que m siento atraído por el tenis, un día voy a jugar por primera vez y se me da fatal (aparte de haberme hecho una pequeña lesión en el codo).

Entonces decido que “esto del tenis no es para mí” y no vuelvo a practicar.

No estoy valorando la experiencia en su totalidad, la realidad completa: Era la primera vez (¿qué esperabas? ¿ser Nadal?), no sé posicionarme en la cancha, no sé golpear la bola, posiblemente no hice el calentamiento adecuado, etc.

Aún peor: algunas creencias ni siquiera proceden de experiencias vividas, sino que han sido heredadas de alguien que para nosotros tiene/tenía un peso importante en nuestra existencia: “Nunca te fíes de nadie, repetía siempre mi madre/padre”.

Si adopto este dogma en mi sistema de creencias me perderé muchas cosas buenas de los demás y mis relaciones con otros nunca serán satisfactorias.

Claro que hay personas de las que no te debes fiar, pero son menos que aquellas de las que sí!

Hay creencias de dos tipos: potenciadoras y limitantes. Las primeras nos favorecen y estimulan nuestro crecimiento. Las segundas, como la del ejemplo anterior, nos limitan y reducen nuestro mundo intra y/o interpersonal.

 

Es importante tener en cuenta que ni las unas ni las otras se dan en todos los casos: Si yo creo que “todo esfuerzo conlleva una recompensa” seguramente este pensamiento me lleve a esforzarme en la vida, a tener tesón, constancia, perseverar.

Esta creencia potenciadora, en la mayoría de las ocasiones me ayudará a obtener excelentes resultados.

Pero no es seguro que siempre ocurra.

Te puedes dejar la piel en pos de algo y no conseguir recompensa alguna, tal vez por infortunio, tal vez porque el objetivo estaba bien formulado pero el camino escogido para conseguirlo era erróneo, etc.

Por el mismo principio, si creo que “no valgo para la tecnología”, no dedicaré tiempo a conocer sus entresijos, no aprenderé a manejar ciertos dispositivos, programas y aplicaciones, huiré de situaciones en las que me tenga que enfrentar a ella y siempre dependeré de otros para que me solucionen problemas con el PC o el móvil.

En definitiva, las creencias limitantes producen carencias en nuestras conductas y en nuestras competencias.

Por lo tanto, te invito a revisar tus creencias y, con aquellas que te limitan, llevar a cabo este ejercicio:

  1. Toma una creencia limitante y escribe las consecuencias que está teniendo para ti. Siguiendo con el ejemplo anterior: no me aprovecho de numerosas comodidades que aporta manejar con soltura los dispositivos electrónicos, dependo de otros cuando tengo problemas tecnológicos, pierdo tiempo en cosas que podría hacer online, me siento inferior a otros que sí se manejan bien, etc.
  2. Ahora reformula esa creencia como potenciadora. “Puedo aprender a utilizar la tecnología”.
  3. Seguidamente, detalla los beneficios que tendría para ti sustituir la creencia limitante por esta nueva.
  4. En este punto hay que hacer un pequeño balance entre lo que me está restando la creencia que quiero cambiar y lo que me aportaría la nueva.
  5. A estas alturas, ya has comprobado los beneficios que va a tener para ti cambiar la creencia, con lo que dispones del elemento clave para el cambio: motivación!
  6. Ahora formula un objetivo relacionado con la nueva creencia siguiendo los pasos que explicábamos en esta otra entrada.
  7. Una vez hecho lo anterior, establece un plan de acción con metas cercanas y objetivos específicos que te lleven al destino deseado: Inscribirte a un curso online sobre manejo del PC, quedar un día a la semana durante una hora con ese amigo que se desenvuelve con soltura en el tema para que te enseñe, aprender a manejar al menos una nueva aplicación en el móvil todos los meses (banca online, escáner, pago de aparcamiento en zona vigilada), etc.

Y así con cada una de las creencias que te estén limitando y que te gustaría cambiar.

Habrá momentos de duda, inseguridad por desconocimiento (salimos de la zona de confort!), mayor complejidad de la esperada en algunas situaciones.

Sí, eso ocurrirá.

Pero si vas paso a paso y vas cumpliendo las pequeñas metas que te marques, observarás cómo tu antigua creencia se va diluyendo dando paso a una nueva visión sobre el tema, cómo se va abriendo un mundo de posibilidades nuevas y estimulantes.

¿Te apetece contar cómo cambiaste alguna vieja creencia que te estaba limitando y qué te ha aportado dicho cambio? ¡Muchas gracias por compartir!